Hoy es una de esas noches en las que te quedas mirando a un punto fijo, rememorando en tu cabeza miles de momentos y palabras, de besos y miradas, de abrazos. Segundo tras segundo vuelven a tu cabeza escenas de tu vida que morirías por volver a vivir. Solo quieres que todo sea lo que fue, quedarte en ese día, vivir en el para siempre.
Escuchas música, rápida como los pensamientos que regresan, fuerte como cada recuerdo junto a el, pero no demasiado alta como para evitar que oigas de nuevo su voz a tu lado, esa voz tranquilizadora y dulce, diferente, que en mas de una ocasión te sacó de quicio. Entonces bajas las escaleras lo más rápido que tus piernas te permiten, entras en el salón y solo te sale decirle a tu hermano que suba la música, lo más alto que pueda, y vuelves a tu cuarto dispuesta a pensar en algo que no sea el, aunque pronto caes en la cuenta de que ninguna música podrá sustituir el eco de su voz, y con lágrimas en los ojos por un pequeño instante, estiras tu brazo y sientes que estas de su mano otra vez...